Al que hizo tercer día
de estar aquí las excursión,
vimos a Manuel entrar
al hombro el gran Artesón.
Y después que lo dejaba
en casa del señor Tallón,
todo el mundo preguntaba,
con profunda admiración,
creyendo estaba perdido,
¿de qué modo lo salvo?.
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"Lo contaré en el Casino
esta noche en la Reunión",
contestaba D. Manuel,
lleno de satisfacción.
Y así que llego la hora,
con ansia se le escucho.
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Principiando su relato
con la más fina expresión:
"Señores; en toa mi vía
no pasé susto mayor.
Apenas allí Gabrié
a ostés revoloteó,
nos quedamos el Piloto,
los marineros y yo
dándonos calamochasos
y más güeltas alreor,
que puso nuestra cabeza
más maura que un melón.
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¡ Y la suerte que tuvimos !.
Que en Palma aquello cundió,
y acudió allí mucha gente
y al agua se tiran dos.
Con una fuente maroma,
atamos el Artesón,
y tiraban desde ajuera
jasta que en Genil entró.
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Allí vino un latonero
y unos remiendo pegó;
vayan ostés y los vean,
son más curiosos que el Sol.
Y nos vinimos con él,
encomendados a Dios,
y entramos en Puente Genil
antes de dar oración.
No me dejaron venir
y el señor Corregior,
así que yo le enteré
de aquello que sucedió,
Lloraba a moco tendio,
( Qué lastima de excursión!,
decía a cada momento
el desconsolao señor.
Al otro día salí
y en aquel mismo cajón
estaba el señor Miguel,
embarcado de emoción.
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Dispusimos el regreso
de tan memorable acción.
Y aquí se acabó el suceso
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